Malas costumbres


Descorrí las cortinas y sentí cómo el sol me acusó de pecadora al embestir mi piel desnuda, blanca, frágil... le di la espalda para sentir cómo ardía sobre mí.
Miré el reloj. Solo dos horas habían transcurrido desde que entré a esta habitación; la misma habitación que se tornó ajena con el tiempo y volví mía con los recuerdos; donde me quité los zapatos, cerré las cortinas y me desvestí, sola; dándote la espalda mientras hacías lo mismo. Sabía con exactitud el tiempo que te tomaría quitarte los zapatos, los calcetines, la camisa, los pantalones; volteé mientras dejabas caer tus prendas, sabiendo que lo hacías para observarme.
Sin escucharte, supe que estabas detrás de mí, haciendo a un lado el pelo que tanto amabas, que yacía castaño, largo y voluminoso sobre mi espalda. Este era tu ritual: descubrir los lunares que más de una vez habías contado, para poder besarlos nuevamente. Nunca tuve el valor suficiente para voltearme e interrumpir tu labor, pero esta vez lo que no me dejó fue el temor a que vieras las gotas de dolor que rodaban por mis mejillas...
Todo fue igual que antes, un final triunfante y mi piel al rojo vivo, mientras tú dormías, mas no sobre mi pecho desnudo. Me dabas la espalda como si no estuviese ahí.
Esta vez fue distinto. Permanecí allí, a tu lado, contemplando mis uñas ligeramente marcadas en tu espalda, la misma espalda que un día fue mía... y entonces comprendí que fui yo la que te mantuvo preso durante tanto tiempo y por qué nunca antes me quedaba en cama.
Me levanté, descorrí las cortinas, di media vuelta y miré el reloj que marcaba dos horas más. Saqué un cigarro, y cuando abriste los ojos para mirarme como si fuese una desconocida, reprochándome, entendí que me alejaba para hacerte parecer más joven, para creerme más vieja... Para perder un poco de la culpa que traía consigo el pecado.
"Coño, no me mires así", dije para mis adentros. "Deja de mirarme" dije otra vez sin que escucharas, mientras cerraba los ojos.
Acabé el cigarro bajo tu mirada, el sol dejó de castigarme y ese atardecer te dejé ir.

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